miércoles, 9 de julio de 2014

Open Windows de Nacho Vigalondo (2013)



Internet nos traerá muchas películas y de entre ellas perduraran unas poquitas, como ha pasado con el Lejano Oeste, con la Segunda Guerra Mundial o con el Imperio Romano. En cada momento de la historia del ser humano, ha habido sucesos que han alterado nuestras expectativas. La alteración que prevemos que Internet puede causar en nuestro futuro despierta unas previsiones que estoy seguro que aún no somos capaces de columbrar en todo su esplendor…u horror. Pero mientras, vamos elucubrando y presentando opciones. En cualquier rama del arte.
La película de Nacho Vigalondo no ha profundizado, en cuanto a contenido, gran cosa en ese futuro. Y no creo que perdure más allá de su temporada de estreno y lo que la campaña publicitaria logre arañar. El argumento es de lo más manido: Chica guapa perseguida por maniático obsesivo es defendida por príncipe de la informática. ¿A qué me suena esto? A casi todo. Sólo al final y muy de pasada dos ligeras reflexiones sobre qué está haciendo con nosotros el mundo virtual de internet, y como nuestro afán de cuzos está por encima de cualquier otra consideración ética. Y nada más.
El guionista se ha pasado en su inventiva a la hora de dotar a internet de facultades, como cuando en una película antigua un personaje descolgaba el teléfono y sin dar tiempo a que se pusiera una operadora soltaba su perorata, restando credibilidad. Todos sabemos cómo van las conexiones inalámbricas de rápidas, aquí y en Pekín. Y luego la forma de cerrar la historia me ha recordado a esas películas de viajes en el tiempo que desembocan en un galimatías sobre el que el guionista corre un tupido velo pues el bucle en el que entra la narración con un viajero en el tiempo que debe cambiar algo para que algo no suceda pero que si lo cambia también se cambia él y entonces cómo va a ser posible que pueda viajar en el tiempo si resulta que al cambiar el pasado…en fin, fin. Se corta el bucle de un tijeretazo y a otra cosa. Demasiado liada la madeja.
Me han gustado los efectos especiales, sobre todo los que tienen como ingrediente principal la pantalla de un ordenador, equilibrados y en consonancia con la historia, y lo más creíble de la película, paradójicamente.
No cuaja el intento de reflexionar sobre lo indefensos que estamos ante internet y en fin, una peli para incondicionales de las persecuciones y las inverosímiles aventuras de un James Bond cualquiera. No me explicaba al entrar porque la película estaba autorizada para mayores de doce años. Después sí. Incluso podía haber estado autorizada para mayores de siete o de cinco años.
Los actores están. Que en este tipo de películas es más que suficiente.
¡Ah!, y las comparaciones con La Ventana Indiscreta de Sir Alfred Joseph Hitchcock……. por eso, porque se trata de ventanas, que otra cosa. 
Al comienzo pensé que me había equivocado de película y me iba a ir, pero no, era ésta.
 

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