jueves, 30 de julio de 2015

“Rey Gitano” de Juanma Bajo Ulloa (2015)



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Yo siempre he añorado al director de “Alas de mariposa” y “La madre muerta” pero me lo pase pipa viendo “Airbag”, así que fui a ver esta peli pensando en pasar un buen rato y reírme con las gamberradas-verdades que me esperaba por lo que podía entrever contemplando a los actores en el tráiler correspondiente y sospechando de qué iba el asunto. Pero no. No me reí en ningún momento, si acaso pergeñe un amago de sonrisa en algunos casos pero hubo más de resignado sufridor de chistes gordos, cargados de topicazos y tipicazos. Que los hay a mansalva. Los disfraces de los dos protagonistas son de lo chapucero, chapucero, lo más. Si descontamos el agitanamiento de Arturo Valls.
Hacía tiempo que no veía una película que, teniendo tantas posibilidades, fuese tan mala. Y es que quitando unos cortos “sketches todo es una amalgama de excelentes componentes que dan como resultado algo entre una inconexa sucesión de posibilidades pero sin cuajar y una excelente película que se insinúa en algunos momentos, muy breves. Por ejemplo la escena musical en el autobús que a modo de sueño de uno de los protagonistas nos endilga un “España, España” muy divertido y corrosivo.
 Y es que no pasa que porque pongas en la misma cazuela jamón ibérico, queso manchego, un rape de la Costa Brava y una chuleta de Aliste acompañada por un Ribera del Duero y todo pasado por la minipimer salga algo excelente. Hay algo que llámese ritmo, armonía, ilación o simplemente montaje que no sólo no ha funcionado si no que prácticamente no existe. Si además le añadimos algunas escenas carentes de toda causalidad, que no guardan ninguna relación con la narración y que nos recuerdan a aquel saco que Fernando Rey llevaba en una película de Buñuel, tenemos entre manos un pastiche fílmico. Un mal pastiche.
Llama la atención la poca química entre los dos protagonistas, excelentes actores pero que en este caso no han sido capaces de salirse de un encasillamiento que los llevará a la rutina personal y al aburrimiento del respetable si siguen por ahí. A veces me acordé de “Ocho apellidos vascos" y eso no es bueno para Karra Elejalde. En los diálogos entre los dos daba la impresión de que estuvieran peleados y que las necesidades del guión los obligasen a comunicarse. ¿Qué decir de Rosa María Sarda? Lleva años y películas, unas cuantas, haciendo el mismo papel. Estaba fuera de su encajonamiento Santiago Segura pero lástima que fuese una copia del Dr. Strangelove y en fin todo sobrecargado y mal cosido.
De Arturo Valls no digo nada porque su papel en Camera Café era tan extraordinario que por ahora prefiero pensar que se está tomando un descanso entre concursos y esta especie de caricatura de gitano que no se cree ni un venusiano que no haya visto nunca un gitano ni en pintura.
En cuanto a la Casa Real, deben estar contentos. Este tipo de crítica blanda les favorece mucho, contribuye a enraizarlos en el imaginario popular. Sólo hay que acordarse del daño que hicieron a la Casa Real británica aquellos “Sex Pistols”. Sid Vicious murió por sobredosis y Johnny Rotten, sólo contesta si le llamas John Lydon, mientras la reina Isabel ahí sigue viviendo a costa de todos los ingleses, hasta de aquellos que tienen problemas para sobrevivir por sí mismos. Lo que añadido a los años que lleva ella y su familia viviendo a costa de los demás sí que indica talento. Un talento portentoso.
Pero hablábamos de cine. Volvamos pues al cine.
Creo, en mi modesta opinión que Juanma Bajo Ulloa debería volver al cine de sus dos primeras películas y dejar de seguir la estela de Guy Ritchie.
¡Ah, y la banda sonora ya me dirá alguien, qué se pretende con ella!

martes, 14 de julio de 2015

Una nueva amiga de François Ozon (2014)




 
Los franceses en esto de las relaciones humanas siempre han estado más por la parte humana del asunto que por la parte social. Si la idiosincrasia francesa fuese una corriente fluvial a buen seguro que el agua que es Ozon sería un caudal que llevaría moléculas del naturalismo de Zola y el costumbrismo de Maupassant o Balzac. Todo su cine lo lleva.
Francia y su forma de enfrentar estas cuestiones peliagudas según la moral imperante en cada momento está construida sobre una fidelidad feroz a la libertad del individuo, no en vano el existencialismo cuajó en este país de manera tan natural que parece que lo inventaron ellos.
Hace poco un grupo de intelectuales ante las leyes restrictivas que sobre la prostitución se estaban estudiando publicaron un manifiesto en el que reivindicaban el derecho de las mujeres a prostituirse si así lo desean. “No toques a mi puta” se llamaba y lo firmaban “343 cabrones”. Un gesto que deja bien a las claras que por sobre la hipocresía de una sociedad cada vez más manipulada, la voluntad del ser humano y el ejercicio de su libre albedrio es lo último que hay que reprimir. En España ese tipo de gestos por ahora son impensables.
En esta historia sobre la identidad sexual, tratada con  la más exquisita de las naturalidades, dos seres refrenados que han acomodado su vida a lo aceptable ven que se rompen sus frenos cuando muere una persona querida, amiga de la protagonista y esposa del protagonista.
A partir del fallecimiento se abre una puerta que ya no podrá seguir ignorada por la que se filtraran recuerdos y hechos del pasado que poco a poco van consiguiendo domeñar toda resistencia a la fuerza de unos deseos que les asustan pero sin la satisfacción de los cuales la vida ya no tendrá sentido.
Me ha gustado especialmente la idea que sostiene el film de que una amistad sincera obliga a ciertos sacrificios y ocultaciones. Y de la mima manera que una convivencia conyugal te fuerza a olvidar inclinaciones que podrían convulsionar la relación. Todo con el mensaje de que nos limamos para acoplarnos mejor.
Desaparecida la persona que catalizaba esas existencias, queda al descubierto el escenario real y ante la pérdida del ser querido la pregunta: ¿Valió la pena tal simulación? ¿Seguiremos por ese camino?
Película de tesis, explicativa y formativa, narrada en plan educativo, sin alharacas ni bellezas cinematográficas, con la sana intención de que le demos vueltas al asunto peliagudo de si merece la pena ser como está mandado y respetar ciertas normas o de si debemos dejarnos llevar por nuestro verdadero ser………….lo que se conoce como cine francés. Que tranquilamente se podía proyectar para documentar clases de tolerancia y convivencia.
No es una obra maestra del cine, ni mucho menos, pero tampoco era su intención. Se nota. Sólo es una historia de nuestro tiempo. Muy actual. Y con un final nada confuso como he leído por ahí.
Las interpretaciones de los actores protagonistas, irrelevantes. Él, a la fuerza tenía que descollar. Pero sólo por eso.

jueves, 9 de julio de 2015

Profanación (Los casos del Departamento Q) de Mikkel Nørgaard (2014)




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Bueno, los europeos del norte le han cogido gustillo a eso de pasar la literatura y el cine de consumo por sus paisajes, modos, maneras y costumbres y han conseguido un lugar en las pantallas cinematográficas y en las librerías que para sí quisieran  algunos países del sur de Europa… y no quiero dar nombres. Y la verdad es que les sale bastante bien, sobre todo en cine. En literatura es otra cosa.

Esta película llega a las pantallas españolas, como secuela de una primera, Misericordia (2013), con la receta ya conocida: Dos polis, uno más o menos centrado y cumplidor de lo estipulado, y el otro, desnortado,  infiel cumplidor de las normas, que le cae mal a todo el mundo aunque bueno de matar…a los malos, que para eso sigue en este mundo. Con una relación conflictiva en su vida familiar, teniéndole que dar gracias a los guionistas que no lo han hecho un alcohólico.  Esta combinación ha dado pelis gloriosas, desde el recuerdo de la cogida de huevos en Arde Mississippi! hasta la reciente serie True detective.

Pero hay que decir que a pesar de la cantidad y la calidad de la ascendencia cinematográfica esta historia se ve muy bien hilvanada, con una trama muy bien cocida y un final muy poco julivudiense.  Y hay que valorar el hecho de que a pesar de moverse en un terreno muy transitado, uno se levante de la butaca con la sensación de haberse entretenido y no haber perdido el tiempo, algo que no parecía pensar el tipo que delante de mí, unas butacas más allá, se levantó justo cuando faltaban unos diez minutos para que finalizase. Seguramente dando por acabado el suspense. Algo para mi imposible de hacer incluso con la peli más aburrida y pejiguera que uno pueda imaginarse. En fin.

Sólo me parece destacable en cuanto a lo que se podía hacer mejor, bajo mi punto de vista, el que había que haber tirado un poco de las riendas del actor principal, un pelín sobreactuado, y con una cara, a veces de místico en trance, que está vislumbrando no se sabe muy bien qué, pues luego en el desarrollo de la historia no se justifica; a veces de inminente suicida, que contrasta muy mal con lo que vemos en la trama y la forma más equilibrada de actuar de su compañero. Y fruto de ese pasarse de rosca es su enganche con la chica, muy poco entendible. Y es que el equilibrio es muy caro en todo.

O sea dos horas de buen entretenimiento cinematográfico, lo cual está muy bien. No todo van a ser obras maestras del celuloide que dicen los entendidos.

Un aviso para la industria del cine y la literatura nórdica: Las modas que siempre han pasado raudas…….. en estos tiempos, van como la velocidad de la luz. Y más si no se las llena de sustancia y sólo se basa uno en lo folclórico.

sábado, 4 de julio de 2015

Phoenix de Christian Petzold (2014)



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Destrozada anímica y físicamente una mujer, de profesión cantante, regresa de un campo nazi. Allí ha sobrevivido agarrada al clavo ardiendo que le supone el recuerdo de su relación con el marido. Una amiga la espera e intenta recuperarla para la realidad del momento: Diáspora hacia Palestina, un detalle, que durante toda la película ese es el nombre usado y no Israel, más reivindicativo que realista; condena y rechazo de todo lo alemán….pero la protagonista parece no darse cuenta de lo sucedido y toda su obsesión es retomar su vida junto a su marido al que insiste en buscar.
La sencillez de los planos, la serenidad de  los personajes a pesar de lo sufrido, transmiten muy bien ese año cero de Alemania, con ruinas por doquier y seres humanos absolutamente desubicados, con cara de permanente extrañamiento e interrogación. Ruinas y casas vacías, son dos brochazos de acertado significado para construir el momento.
En medio de este erial de entusiasmo, la vida repta mientras que la protagonista no se rinde a pesar de llegar incluso a dudar de su propia existencia, sin embargo la realidad es tenaz e implacable y una decisión terrible de su amiga la termina transportando a la realidad en la que deberá sobrevivir con lo que realmente ha pasado y lo que permanece y aquello de lo que ella dispone.
Rota la ilusión de retomar algo ya perdido para siempre renace de la mano de lo único que le resta: Su voz.
Una historia más de un momento que se tardará en olvidar no sólo por lo metódico del mal sino también  por lo que todos piensan y pocos se atreven a insinuar……..tanto alemán sin darse cuenta de nada…..con lo que ellos son.
Merece la pena verla. No hay nada nuevo en ella, pero subsiste lo que no hay que olvidar y muy respetuosamente expuesto. Sólo seres humanos con su compleja red de sentimientos y emociones.
Me imagino que nunca llegaremos a tener todas las piezas rotas del caleidoscopio que fue aquella barbarie pero entre más piezas como ésta, mejor.
Choca entre todos los actores la figura del marido protagonista. No acabo de verlo en el papel en ningún momento de la película. Algo muy evidente, por lo que he llegado a pensar si no será algo intencionado para marcar todavía más distancia entre lo que la protagonista quiere recuperar y lo que todos menos ella ven que es imposible y no un fallo de casting.