miércoles, 23 de septiembre de 2015

Cuentos reunidos de Etgar Keret



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 “El júbilo del judío lo es con una pizca de espanto”
Primo Levi


En realidad el libro se llama “La chica sobre la nevera, Pizzería Kamikaze y otros relatos”. Une dos libros de cuentos publicados por este autor, para mí hasta ahora desconocido y nacido en 1976 en Tel Aviv, en la editorial Debols!llo, procedente de Siruela.
A raíz de la lectura de este libro se me ocurrió un aforismo que venía a decir que a algunos judíos lúcidos, perspicaces y rebeldes, por si tenían poco con nacer en una familia judía de la que librarse, su Dios les había agraciado también con la concesión de un país, Israel, del que también querer desembarazarse.
De esta manera hemos pasado de los autores básicamente irónicos, ácidos y burlones de origen judío pero de procedencia  variopinta, aunque predominen los norteamericanos, a los autores que además del cóctel antes desgranado le añaden el surrealismo, la distorsión y cualquier epíteto que uno le pueda dedicar a algo sentido por un drogata hasta las cejas de LSD, porros y un toque de heroína, después de machacarse con anfetaminas. Que es algo así lo que sale de la mente de Etgar Keret.
Cuando el hombre, en general, no el atribulado Keret, se dio cuenta de que podía prescindir de Dios, acto seguido se hizo la pregunta, ¿Y ahora qué?
Lo cual ha generado una cantidad de dudas, problemas y vacilaciones que algunas veces me pregunto si ha merecido la pena.
Nos solucionaba tantas cosas creer en Dios.
En cuanto algo se salía de madre, sobrepasaba nuestra comprensión, ponía nuestra vida en peligro…Nos encomendábamos a Él.
Pero nos reíamos poco. Y es que las religiones siempre han sido muy poco de la risa. Digámoslo claramente: Las religiones le tienen miedo al humor. Como el Ejército, que también es muy serio. Intentan suplir con seriedad ficticia, rituales formalistas la poca sustancia lógica, racional que tiene su cometido. No estoy hablando de creer en que hay algo por encima de nosotros, si no de su instrumentalización. No estoy hablando de que no sea lógico partirse la boca a puñetazos o hacer desaparecer un país con la bomba atómica, si no de su instrumentalización.
Los judíos se creían que su problema era no tener país y fueron y se construyeron uno encima de un avispero. Y ahora tienen dos problemas. Ser judíos y tener un país dónde lo tienen, que se ve que tenía que ser ahí porque es donde Dios lo dispuso por ser el pueblo elegido por Él. Cosas de Dios. Qué risa.
Lo que convierte a Israel en un lugar muy poco proclive a la normalidad. Tener al lado a un montón de vecinos que con tal de destruirte son capaces de morir ellos es casi tan malo como tener un Dios que te ha elegido como pueblo.
Esto para alguien que sólo aspira a vivir como un ser humano sin esperanza, sin mala leche, con compasión y un mínimo respeto con los demás se hace complicado. Moverse entre esa marabuntas de normas, obligaciones, lealtades obligadas y además fingir que estás construyendo algo con sentido es demasiado para algunos y entonces saltan las costuras y surge el humor, la burla, la ironía, el sarcasmo y terminas por contemplar la realidad, no como algo real si no como algo tan distorsionado que acabas decidiendo….Puesto a distorsionar me voy a emplear a fondo.
Etgar Keret no ha descubierto nada, ahí están Quevedo o Rabelais, por citar a dos de esa tropa de seres humanos cansados de la hipocresía, el fingimiento y la cobardía social. En esa línea, pero actualizada se mueven los cuentos de Keret.
Los niños no entienden nada de lo que hacen y dicen los padres, terminando por actuar en dirección contraria. Los enamorados no comprenden a sus amadas y se fuerzan inútilmente en satisfacerlas. Los periodistas hacen artículos sobre meteoritos que caen del cielo cuando desearían hacerlos sobre los meteoritos que manda Hamas. Los magos sacan cuerpos descuartizados de la chistera….etc., etc.
Cierra el libro un cuento largo, Pizzería Kamikaze,  en el que no pasa nada muy  especial, fuera de madre, algo parecido a una “road movie”, salvo que es la historia de un joven que trabaja en una pizzería que está en el más Allá. Un poco como Keret ve su país.
Resumiendo: Esto no son la noticias de cómo se vive en Israel, pero sí de cómo se puede llegar a sentir uno viviendo en él.
Si van a ir de vacaciones a Israel, sólo si van a ir de vacaciones a Israel, no lo lean. En cualquier otro caso, es muy recomendable.
Para acabar, se me hace raro que Keret no se haya puesto a reflexionar sobre el hecho significativo de que tanto judíos como sus enemigos por orden de Dios, los árabes, se tengan que cortar un trozo de polla al llegar a cierta edad. Se le habrá pasado.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Un día perfecto de Fernando León de Aranoa (2015)



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Vaya por delante que a los pocos años de aparecer el fenómeno ONG me di cuenta y caí en la certidumbre de que estas organizaciones eran una coartada perfecta para Occidente en su labor de pillaje y explotación del Tercer Mundo. Algo por lo que he sido muy criticado. Pero el resultado está ahí: Enorme cantidad de recursos y de voluntarios entregados a causas justas y loables que no han conseguido transformar nada de lo que ha ido sucediendo. Si ese esfuerzo se hubiese dirigido a exigir a los Estados de este Primer Mundo un trato justo y equitativo con estos países pobres: Nada de venderle armas, nada de darle créditos sin control y sobre todo nada de aprovecharnos de sus recursos. Quizás todo hubiese sido diferente. Aunque tampoco lo tengo muy claro.
Llegados a este punto de la discusión siempre tenía que escuchar,
-Bueno pues al menos las oeneges que actúan consiguen algo: Crean escuelas, hospitales, ayudan a los perseguidos… etc., etc.
Ahí lo dejamos y nos vamos a nuestras casas a dormir y hasta la próxima.
No sé cuál ha sido la intención del director al hacer la película pero de algo estoy seguro: Las ONGs pueden respirar tranquilas, pues la artificiosidad del film hace que su crítica no sea tan desbastadora como se podía esperar al darse uno cuenta de que lo único que consiguen en el transcurso de la historia estos entregados miembros de una ONG es conseguirle su balón a un niño que luego hará con él algo muy humano.
Entre medias, idas y venidas de todoterrenos por paisajes increíblemente salvajes y agrestes, de una belleza intimidatoria; intrigas internas de la propia ONG; enfrentamientos con los ejércitos, hasta con el propio; y una aburrida y repetida perspectiva yanqui del film. Yanqui en el manejo de los personajes, encantadores y por encima del bien y del mal, con sus chistecitos incluidos y yanqui en la perspectiva de la elección de los personajes, que hace que el casting sea totalmente inadecuado para lo que se quiere contar.
De los personajes me han quedado dos cosas. De ellos, los encarnados por Tim Robbins y Benicio del Toro, la dentadura tan blanca y perfecta que lucen en sus sonrisas. ¿Nadie se dio cuenta de que dos voluntarios, sobre todo Tim Robbins que parece que vive de proyecto de ONG en proyecto de ONG, no pueden lucir una dentadura de ejecutivo de Madrid, aficionado a la comida sana y al ejercicio diario con visita mensual a su odontólogo? Y de ellas, lo guapa y sexis que son. Yo, si fuese una voluntaria de las de verdad, pondría una queja.
Dos actores de carácter, no tan glamurosos, y dos actrices una gorda y otra un poco feúcha le hubiesen dado a la historia más realismo. Y hubieran salido más baratos. Y no sé qué pinta un actor como Sergi López en un papel de 5 minutos. Con alguien desconocido, mejor. La historia no se hubiese distraído.
Claro, dirá alguien, es que el cine es un negocio. Ya. Y un arte. Y si no ahí está “Familia”, la maravillosa película que sobre la soledad hizo el mismo director. Una película cuyo recuerdo hoy todavía me pone los pelos de punta. Juan Luis Galiardo se hizo eterno.
¿Y las miraditas de Benicio del Toro? ¿Miraditas de estar más allá de todo? Cansan.
Al final, en conjunto, vislumbramos lo mejor del film. Cada día que pasa y que nos permite ir a acostarnos es un día perfecto. Las estupendas imágenes del final con la voz de Lou Reed, en agradecimiento por su “Perfect Day” y ese enigmático “Uno recoge lo que ha sembrado” de su canción, que  FLA parece querer ampliar a “Uno recoge lo que vete tú a saber quien ha sembrado”, de fondo, repasando todos y cada uno de los hechos acaecidos durante el transcurso del metraje, es el acertado paraguas sobre el que se recoge una película a la que Fernando León de Aranoa no le ha cogido el punto. Aunque estuvo a punto.
 Y como estos hechos, buenos, malos, como se les quiera calificar terminan pasando sí o sí. Porque hay una fuerza resultante de incierto resultado siempre, compuesta por infinitas fuerzas proveniente de infinitos designios, recovecos e intenciones imposibles de domeñar, cambiar de dirección o contravenir. Sobrevivir es lo que hacemos cada día….hasta que llegue el día en que si pudiéramos decir algo todo tendría que ser conjugado en imperfecto.
¡Ah, y la lluvia, que parece que todo lo limpia! O lo embarra.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Les combattants de Thomas Cailley (2014)



Les combattants
No es nada descabellada esta parábola sobre la entrada de los jóvenes en la edad adulta. Y además es inequívoca la postura de los hacedores de este film sólo con ver el título que le han puesto. Bienvenidos a la guerra.
Este mundo al que venimos es lo suficientemente complejo para que ya desde que nacemos a cada uno de nosotros se nos pusiese un cicerone que en todo momento, lugar y postura nos estuviese  acompañando, explicándonos y aconsejándonos sobre lo que vemos, lo que significa y cómo actuar en función de lo que queramos obtener. Por lo menos hasta la edad adulta, sobre los sesenta.
Pero no es así. Te arrojan vagina abajo y los sinsentidos, los absurdos, las prohibiciones y los “apáñatelas como puedas” llueven sobre ti. Bienvenido al combate.
De eso va esta película, que sin alharacas, con una narración fácil, cotidiana, pero cargada de significados va desgranando las dudas, los odios y las desconfianzas de un grupo de jóvenes que no saben qué lugar ocupar en el mundo. Y no tienen a nadie para indicárselo porque entre otras razones seguramente no hay nadie que lo sepa.
Brilla especialmente la interpretación de la protagonista femenina, muy acertada en su manera de darle alma a esa joven desorientada, crispada, que no se permite una sonrisa en casi toda la película, de manera que al hacerlo al final es como si por fin el sol de la vida viniese a su encuentro y de paso libera al espectador de esa compasión que ha ido construyendo hacia ella, que voluntariosa y decidida sin embargo mantiene una conducta errática y por momentos cómica. Su compañero se mantiene más neutro y su interpretación queda un tanto ensombrecida por el acierto de ella. Lo cual compone una pareja que viene a ser un reflejo, una tipología exacta de muchas parejas. Lo que tampoco está mal.
El guión hilvana una historia que tiene una finalidad muy concreta y que logra hacernos llegar con contundencia y claridad…nada mejor que el ejército como hilo conductor y la naturaleza como escenario para hablar de nosotros y el mundo tan complejo que hemos construido. Lo que carga a la historia de mensajes secundarios de nuestro tiempo: antibelicista y ecológico. Muy completo.
Y como dice la pareja, al final. La próxima vez no nos sorprenderán. Estaremos en guardia. Que es lo que nos proponemos todos en nuestro día a día, aunque siempre, no sé por qué, consiguen engañarnos. Sólo hay que ver el campo de batalla en España, lleno de combatientes corruptos. O en Europa, de sicarios del capital. O en el mundo entero, de mercenarios del poder. Y además, añádasele nuestras propias debilidades y cuéntese con que no hay libro de instrucciones...y eso…..combatientes.
¡Ah! y también es una historia de amor tierna y conmovedora. No saben combatir y van y se enamoran...como si eso no fuese otra guerra.

Nota: Si les interesa sobremanera esta entrada de la juventud en el mundo de los adultos, después de ver este film, vean ustedes, si no lo han visto, Terciopelo Azul de David Linch. Si esta es la guerra, aquella es el infierno. Una obra maestra absoluta del cine de todos los tiempos.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Señor Manglehorn de David Gordon Green (2014)



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Esta película que tiene varios defectos, descompensada e irregular, merece la pena ser vista. Por la sencilla razón de que es muy ambiciosa. Trata de explicar lo inexplicable. Cuando se quiere contar lo incomprensible, de ahí quizás el surrealismo y lo ilógico de algunas escenas, suele suceder que como geiseres surgen atisbos, fragmentos de lo que se desea narrar pero no se consigue hilar una historia dónde quede plasmada esa explicación en toda su extensión. Quizás porque no la hay. Y es que el ser humano es cotidiano y aburrido. La búsqueda y prolongación de la magia que a veces nos asalta puede dejarnos enganchados para toda la vida. Quizás ésta era una narración para la página y no para la pantalla.
Cuando uno ha experimentado la magia en la vida……… no sé, una mirada, un pensamiento, un instante de comunión con la naturaleza, cuando uno siente que la vida puede ser intensa siempre ya no se conformará jamás con menos y la vida cotidiana se convierte así en una rutina agotadora y decepcionante. Aunque casi todos nos resignamos y esperamos, sin dejar por eso de vivir.
En esta película se nos cuenta cómo un hombre ya viejo, con su vida casi gastada, a la deriva, coge el último autobús a la cotidianidad y da por perdida la magia, aunque haya ese guiño final del mimo que parece darnos algo de esperanza. O quitárnosla, indicándonos que si queremos siempre magia hay que ir al circo, a ver magos…..o mimos, pero no esperarla de la vida, al menos a todas horas.
Ese hombre viejo y decrepito, el director quiere remarcarlo, es el Sr. Mangelhorn, que no vive la vida que va sucediendo. Se ha comprometido con unos principios férreos, esperando a Clara, su paraíso perdido. Su hijo multimillonario, su ex-esposa, su nieta a la que adora pero que no le llena, su conocida del banco, su gata…todo conforma una estación de espera a la que no llega el autobús deseado… y se desespera…en vano. La vida es así. Al final, como he dicho, claudica.
Ésta es la historia en sí. En cuanto a lo propiamente cinematográfico, las escenas están articuladas sin ritmo, sin conexión a veces y con detalles que se quedan en promesas que no cuajan. Remarcar que cuando se trabaja con un actor como Al Pacino se corre un serio peligro del que es muy difícil salir airoso. El actor se puede comer la película, que es lo que pasa aquí. Un actor grandioso en una película no grandiosa es como una farola en un escenario oscuro, se ve la farola pero queda desdibujado el resto. Para un actor grandioso se necesita un escenario que esté a su altura. Nunca olvidaré unas escenas de “El último tango en París”, otra historia de hombre a la deriva, con el rostro de Marlon Brando en primer plano. Jamás el cine ha plasmado como en ese fragmento la desesperanza, la desilusión y la amargura de la vida infeliz. Pero es que la peli de Bertolucci estaba a la altura de Marlon Brandon. Toda la película lucia clara y diáfana. La luz que despedía Brandon sólo contribuía a enriquecerla en matices. En ésta, demasiado actor para una película con muy buena intención pero que no acaba de cuajar. Aún así hay que ir a verla. Por Al Pacino y por los destellos de gran película que tiene.
No he dicho nada de Holly Hunter porque, correcta y equilibrada, en la penumbra bastante tiene con sobrevivir, cinematográficamente hablando.