jueves, 24 de marzo de 2016

Cementerio de pianos de José Luís Peixoto




Valiente esta novela de J.L.Peixoto, escritor portugués, que se atreve a contar la historia de una familia de clase media portuguesa, volcado en una arriesgada apuesta en la que si el fondo es de lo más corriente y usual en literatura: Maltrato, infidelidades, accidentes que marcan una vida, traiciones y abandonos, es en la forma donde busca la originalidad y la creatividad literaria.
Que un muerto narre no es ya una novedad, su paisano Machado de Assis, entre otros, ya lo hizo, pero que ese muerto se ponga a conversar con una de sus nietas sobre mí que estoy leyendo el libro en ese momento me parece una sorpresa muy agradable.
Este cementerio de pianos, metáfora de nuestra vida, en la que los personajes se refugian, se esconden, cometen sus traiciones y desafueros, de donde salen pianos arreglados como nosotros salimos algunas veces de nuestras experiencias, reformados y dispuestos para dar la nota de nuevo. Pianos que arden como a veces nuestras vidas.
Una narración en la que se huye de la linealidad y se busca la confusión entre las voces de la misma manera, con la misma naturalidad, que vienen  a nosotros los recuerdos. Madre, padre, hijos y nietos amalgamados en esta perorata compartida, de esta a veces oración salmodiada pidiendo un perdón que no se  articula en palabras porque de alguna forma se intuye la inutilidad de cualquier perdón.
Los narradores, uno muerto y el otro a punto de morir, se van turnando. Contando la vida que nunca se deja coger de la mano y que casi siempre te pilla a traición. Saliendo y entrando de las tabernas, huyendo y regresando. Saliendo y entrando de los quilómetros de la Maratón que te deja exhausto, derrotado por fuera porque por dentro ya lo estás.
Y  esos momentos de felicidad disfrutada que llegan a parecer irreales pero pasaron y ya sólo sirven para valorar justamente la infelicidad que siempre se impuso.
Una novela de un profundo pesimismo y una tristeza que viniendo de un escritor portugués ya es entendible. ¿Cómo sobreponerse a los fados y escribir algo más esperanzador? Debe costar. Y además el Atlántico, agobiante, no es que ayude mucho.

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