lunes, 25 de abril de 2016

Calle Cloverfield 10 de Dan Trachtenberg (2016)



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Debería imponerse, como disciplina, no sé de qué manera, la idea de que un tráiler no debería ser mejor que la película, de que a través de  esas imágenes inconexas que se nos muestran no se debería despertar un apetito que después no se puede saciar. O acabaremos por no confiar en ellos. A mí no es la primera vez que me pasa. Hay más talento en el tráiler que en el film que anuncia.
Esta historia como algunas otras, y algunas de este productor, deberían quedarse en el cajón hasta encontrar un final que esté a la altura de los planteamientos, porque si no, se cae en lo  previsible: Mucho ruido y pocas nueces, o nueces de sabor decepcionante. O quizás decir que el día que J.J. Abrams encuentre buenas conclusiones para algunas de sus historias tendremos obras maestras del cine, o del mundo de las series. Mientras, salimos de la sala de proyección con mal sabor de boca, con muy mal sabor. Se puede leer en la frente de los espectadores.
El buen trabajo de los actores y el transcurso de la película se quedan en mera anécdota cuando asistimos al desenlace. Socorrido, repetitivo, manido, inverosímil y además con la intención descarada de hacer secuela.
Cuando ya al comienzo de la película contemplé esa toma cenital que en “El resplandor” fue el comienzo de una memorable película y que luego se ha convertido en recurso para cierto tipo de pelis que nacen con la idea de empatar, sospeché, pero había visto una tráiler tan sugerente y deslumbrante que me desautorice y me impuse paciencia.
No mucha. Porque durante la proyección no deje de avisarme: A ver cómo le ponen la guinda a este pastel. Y claro, no hubo guinda.
Un planteamiento brillante, un desarrollo intrigante y un final decepcionante.
He leído críticas donde se habla de “drama hitchcockiano”. ¿De verdad?
La presencia imponente de John Goodman no logra sacar de la mediocridad a esta película que repito debería haber tenido un guión más ambicioso o no haber visto la luz.
La próxima vez, ¿Qué será?, ¿Un sicópata haciendo de las suyas durante un terremoto que coincide con la llegada de extraterrestres en el momento que hay una erupción volcánica y la victima está pensando en matar a su marido porque sospecha que le está siendo infiel en un pueblo donde todos son zombis? Con los ingredientes no es suficiente, hay que tener una receta que merezca la pena.

viernes, 22 de abril de 2016

Manual para mujeres de la limpieza de Lucia Berlin



megustaleer - Manual para mujeres de la limpieza - Lucia Berlin

Fantaseaba yo hace un tiempo con la posibilidad de que como decía Rodrigo Fresán se encontraran en una fiesta, John Cheever y Anne Sexton, los dos dueños de una sensibilidad extrema y de una irreductible necesidad de expresar la angustia vital que los ahogaba.
-Este es John Cheever.
-Esta es Anne Sexton.
Y sentir al darse las manos que se producía un terremoto emocional que convertía la estancia en una especie de molde del que poder después hacer una escultura en papel del corazón cuando es otra cosa que ese musculo que late y late y nunca escucha cuando tocas el botón de parar, que te quieres bajar.
Fusionar ese cuento maravilloso que se llama “Querido hermano” de Cheever y que a buen seguro si alguna vez me atenaza el Alzheimer, será de las últimas cosas que olvide, con las tremendas poesías sobre el útero o sobre la afición onanista de Sexton.
Pues en este maridaje los cuentos de Lucia Berlin serían la salsa. Una salsa desconsoladamente humana, casi siempre agria pero siempre indomablemente vital. Y harían un buen plato, porque las lógicas y por otro lado saludables diferencias de sabor quedarían absorbidas por una compasión y una humildad implacables. Digo implacables, porque a veces leyéndolos uno tiene la sensación de que son lo que son porque no pueden ser de otra manera.
Estos cuentos de Berlin, que más que cuentos son capítulos de una novela con bastante sustancia autobiográfica, pues además en muchos de ellos se repiten los personajes y con las mismas vicisitudes, nos hablan de historias de seres humanos frágiles, derrotados, enfermos, alcohólicos pero que no pierden nunca la capacidad de amar, de sentir compasión. Que se retuercen de incomodidad cuando odian y buscan explicaciones a ese odio.
Cuentos ambientados en un escenario a veces muy urbano, lavanderías, gasolineras, bares, muchos bares, a veces muy familiares, cocinas, jardines, salones pero siempre anhelantes de un lugar, un rincón en el que recomponerse.
Su léxico plagado de hispanismos, no en vano vivió en Chile y frecuentó Méjico, El Paso, le da un sabor a su prosa muy colorista.
No todos los cuentos tienen la misma calidad y no sé si ha sido voluntad del antólogo pero arranca con unas historias que cortan el aliento para después relajarse el tono y acabar en un increscendo glorioso. En el cuento “Mijito”, del final, todo él cobra sentido en la última frase: Una emigrante mejicana que apenas sabe inglés, se mueve manipulada por su marido, que la quiere para cobrar la seguridad social, por la familia de su marido que la trata como una esclava, en medio de la vorágine urbana, se queda embarazada y sola cuando detienen a su marido. La destemplada y colapsada sanidad pública americana no la trata más allá de la fría y aséptica profesionalidad, la familia no la acoge y ella da a luz y después pierde a su hijo y ante la noticia de su muerte, para expresar su dolor, su desesperación, su impotencia sólo puede hablar con la enfermera que le comunica la noticia, que sólo entiende inglés, y a la que sólo puede decir las cuatro palabras que sabe en ese idioma.
-Hay que joderse. Lo siento.
Ni tan siquiera le queda la posibilidad de expresar su dolor de manera paliativa, tiene que decir esas cuatro palabras que ni siente, ni trasmite a la enfermera su dolor. No sólo es pobre y está desamparada, no puede tampoco lamentarse. No se puede estar más solo.
Y te quedas ahí por un momento, suspendido emocionalmente como un polichinela, dándote cuenta de la sabiduría de Lucia Berlín que ha sabido llevarte hasta el final para darte la estocada. Tarde unos minutos en volver a la tierra.
A Raymond Carver, en cuanto a escritor, le falto ser mujer. Para eso está Lucia Berlín.

lunes, 18 de abril de 2016

Julieta de Pedro Almodóvar (2016)




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No sabía si hacer una reseña de esta película o no porque me incomoda poner en solfa la calidad del cine de uno de los directores más personales que tenemos. Un director que marca la diferencia con el resto por su puesta en escena, sus temas, su intensidad dramática, en fin, es cine de autor.
Y en el cine de autor todo está al servicio del autor. No intenta contar cualquier historia, intenta contar una historia en la que de una forma u otra pone mucho de sí. Lo que tiene como resultado normalmente una obra artística constreñida; a fuerza de repetirse las intenciones, nada original; en la que los actores no están al servicio de su personaje si no de ese particular matiz del personaje que al director le obsesiona con lo que el actor termina resultando impostado y nada natural.
El encuentro de los protagonistas por primera vez en el vagón restaurante del tren, su diálogo, es una de esas típicas escenas de Almodóvar, artificiales y de cartón, que suelen ser marca de la casa y que a mí no me gustan nada. O la entrada en el departamento del tren de la protagonista y el dialogo que mantiene con el viajero que ya está instalado. Escenas que  a buen seguro a un estudiante de Ciencias Audiovisuales le valdrían un suspenso.
Después están esos colores puros, esos pliegues, esas canciones de Chávela Vargas, esas demostraciones un tanto pedantillas de un cuadro de Lucien Freud, una novela de Alice Monroe que se deja ver al abrir un cajón, el cameo de su hermano, la aparición de una de sus actrices fetiche, muerta Chus Lampreave pone a Rossy de Palma, y algunos fallos de guión, como ese suicidio que se produce de una manera harto improbable y poco creíble…
El cine de autor, o te gusta o no, y a mí no me gusta especialmente. Soportaba a Federico Fellini a duras penas cuando se ponía gamberro o existencial, a Ingmar Bergman por su estudio de los personajes, Carlos Saura me aburría y Luis Buñuel sólo si captaba su simbología no me hacía bostezar.
A veces pienso que si fuese extraño a nuestra cultura, o sea, si fuese ruso o francés, seguramente el cine de Almodóvar me parecería más interesante. Por lo exótico. Pero como soy de aquí pues lo personal de este director me suena a cantinela de abuela, tardes de domingo apedreando nidos y mujeres intensas y silenciosas, sufrientes y místicas.
Con todo y eso Emma Suarez consigue un milagro. Y es hacer un papel equilibrado, con un dominio de las emociones que afloran a su rostro que me ha gustado mucho. Se hará mayor y cinematográficamente hablando tiene mucho que decir.
Adriana Ugarte sin estar mal no se ha podido librar de ser una "chica almodovar".
En fin, otra película de Pedro Almodóvar. Irregular y nada cinematográfica, si lo cinematográfico es que te emocione, te haga olvidar que es una peli y que por una hora y pico te saque de este mundo duro y traidor. Y es que hay directores de cine artistas y directores de cine artesanos y dependiendo de si buscas arte o cine habrás de seguir a unos o a otros.
Generalmente las obras maestras del cine caen del lado de la artesanía, aunque sean las pelis de autor las que abren nuevos caminos, lo que por otro lado es una responsabilidad incuestionable del arte.

viernes, 15 de abril de 2016

La corona partida de Jordi Frades (2016)




Fruto del éxito que han tenido las series históricas en las televisiones ha nacido esta película que narra los hechos que acaecieron tras la muerte de Isabel de Castilla.Fernando de Aragón, su esposo, y el yerno de ambos, Felipe El Hermoso, se disputan la corona de Castilla. El primero, como esposo de la fallecida y padre de la heredera, Doña Juana de Castilla, La loca. Y el segundo como esposo de la misma. En medio el cardenal Cisneros. Hace un tiempo fue el cardenal Tarancón, salvando las distancias. Y antes de ayer era el cardenal Rouco. Ahora no sé quién es….y está bien que así sea.
Estos son unos hechos que dan para una esplendida tragedia shakesperiana con Doña Juana como figura principal. Reina entre los años 1504 y 1555, entrando y saliendo de castillos en los que era recluida, o bien por su padre, Fernando de Castilla, o bien por su marido, Felipe el hermosos, o bien por su hijo Carlos I. Una mujer que al parecer no fue muy devota de Dios en un tiempo que hasta las piedras y los árboles se arrodillaban cuando pasaba una sotana. Una mujer que reinó tras la muerte de sus dos hermanos que le antecedían en la línea sucesoria. Quizás una mujer que no había resuelto bien la atracción de las hijas por los padres y que después sublimó en su marido. En un tiempo en que ya hacían su aparición las primeras rebeliones del pueblo en la figura de “Los comuneros”.  Y porque no, los primeros indicios de liberación de la mujer. O sea, una loca.
Ingredientes hay.
Sin embargo la película es esquemática y da unos indicios de todo lo que acabo de señalar, contentándose con seguir las intrigas palaciegas por el reino de Castilla. Un filme televisivo que pretende pasar a la pantalla añadiéndole efectismo y parafernalia medievalista que está muy bien. Son estupendos algunos encuadres de los personajes, algunas imágenes coloristas propias de la época y la fotografía es sobresaliente pero eso sólo es un envoltorio, además muy poco equilibrado. Esas procesiones nocturnas con antorchas y hábitos frailunos, monjiles terminan cansando.
Los actores cumplen su papel, casi todos. Me sorprendió en algunos momentos Rodolfo Sancho que está muy equilibrado y creíble. Además sospecho que Irene Escolar podía haber dado mucho más de lo que se le pidió.  En algunos momentos daba la sensación de poder meterle más intensidad al momento. Todo lo contrario del actor que hacía de su marido, Raúl Mérida, que en ningún momento convence. Y menos cuando se pone al lado de José Coronado que cada vez parece menos José Coronado, cuando actúa, que es lo mejor que se puede decir de un actor. Hay algunos secundarios destacables y un Eusebio Poncela de Cisneros, que para él es un papel digamos que para hacer con los ojos cerrados.
Me quedo con lo instructiva que es y con que puede servir de acicate para que algunos de los espectadores se animen a bucear en una época tan apasionante de nuestra historia….y que ya era hora de que saliera masivamente a las pantallas.
Los americanos han llenado el mundo del cine con la Conquista del Oeste, que viene a ser como una pelea de colegio comparado con nuestra historia, mientras que nosotros……..
La fotografía, muy cuidada, un paseo por un museo de pintura renacentista.