jueves, 25 de agosto de 2016

Sunset Song de Terence Davies (2016)



Resultado de imagen de fotos de sunset song

Los que pensamos que el cine es arte y entretenimiento, y celebramos una película que sacia ambas necesidades como un gato, que se lame, un pescado, nos encaminamos hacia la sala de cine para ver una película de Terence Davies con una complicidad, con el director, inequívoca. Sabemos a dónde vamos y lo qué veremos.
Habrá una historia más o menos dramática pero por encima de la historia, secundaria y casi anecdótica, estará el trabajo concienzudo de un director que sobre todo trabajará para que su película sea arte. Color, fotografía, encuadre serán fundamentales. Davies es un adicto a ver a mujeres hermosas con cara de preocupación tras los visillos mientras la luz exterior, de un atardecer, de un amanecer o de una farola providencial que hay justo en la calle ilumina su perfil bellísimo. Sello de la casa.
¿A quién se le ocurre montar en una película un plano de gotas de lluvia?
También es sello de la casa añadirle a ciertos planos unos segundos más de los que serían necesarios para quedarnos con lo que muestran. Y es que Davies nos quiere absolutamente entregados a la contemplación de la belleza que intenta transmitirnos con su historia y no que sigamos el argumento de la misma. Hay que entenderlo. ¿A quién le importa el argumento?
Sin embargo hay una historia. Es el anzuelo. Y ésta transcurre en los albores de la primera guerra mundial, su posterior desarrollo y su conclusión. En ella hay una familia tiránicamente dirigida por un “bestia” cabeza de familia que mantiene en la Inglaterra rural la antorcha de la supervivencia a fuerza de brutalidad y eficiencia.  La protagonista, miembro de esta familia, se enfrenta a la vida como mejor puede y son sus avatares, padecimientos y reflexiones la columna vertebral del film.
Con este material Davies escribe su obra.
Bueno. En la anterior película era la infidelidad y posteriores desgracias de una mujer el motivo de  este director para rodar una película. Ahora es este retrato de la Inglaterra más tosca y zafia de principios del siglo XX. Vale.
¿Y cuál es el resultado?
Pues una obra de factura bellísima, cuidada con mimo. Gozosa en cada encuadre y casi un museo, ya que cada plano es un cuadro pictórico. Y el que no lo es, representa una escena teatral a modo de collage en el resto del metraje.
¿Y el entretenimiento?
¡Ay!, eso es otro cantar.
Una inoportuna voz en off convierte la película en un pesado desfile de mediocres aforismos que entorpecen el ritmo de manera frustrante, por no decir que cargan lo poco que tiene de distracción la historia.
En un museo no se entretiene mucha gente, es más bien algo minoritario, pues este film igual.
Después, algunas escenas. Como esa en que un oportuno jornalero le lame los pies a nuestra protagonista o una excursión a través de los “trigales de oro” de los parroquianos que se dirigen a la iglesia. Tienen una artificiosidad difícilmente digerible a pesar del impacto visual de las mismas.
De todas las maneras, a pesar de sus deficiencias, las películas de Davies son altamente recomendables. Exquisiteces en un mundo tosco, vulgar y mediocre. Que un director de cine se dedique a facturar este tipo de cine es muy de agradecer y muy instructivo. Que alguien se empeñe en mostrar la belleza y lo profundo del alma humana en este mundo consumista no deja de ser esperanzador. No todo está perdido. Así que espero la próxima película de Terence Davies con ganas.
Vayan a verla en VO. El doblaje es un desastre. Más de lo habitual. Que ya es decir.

jueves, 18 de agosto de 2016

“Casi nunca” de Daniel Sada



Resultado de imagen de foto de casi nunca de daniel sada

Daniel Sada, capaz de conquistar con un estilo personal e inconfundible, en este maremágnum de esclavos de la literatura que es actualmente el mundo editorial del Siglo XXI, un lugar propio y ya para siempre, hace en esta novela sobre todo un ejercicio de forma pues el fondo de puro repetirse ya es intrascendente: Un hombre se debate entre pagar dinero por follar o pagar con la vida lo que sería muy feo llamar follar, dado el precio, y se tilda de amor.
Demetrio se mueve entre Mireya, que es más puta por fuera que por dentro, y Renata, que es más puta por dentro que por fuera. Entre medios anda su madre, su tía, la madre de Renata, algún patrón y la necesidad de Demetrio de “ensartar” que dice Sada.
Esta es la excusa del escritor para mantener durante cuatrocientas paginas con el lenguaje un a modo de trato que más parece ser éste puritita plastilina que ejército de palabras encuadradas en una gramática férrea y disciplinada.
En las miles de frases que tiene esta historia la que no sufre de retorcimiento y trenzado hasta lucir como un cordero vuelto del revés, le pasa que ha sufrido una invasión metafórica que casi la deja irreconocible o un alistamiento que la transforma en verso de una estrofa que no quiere ser poesía, o un afeitado que le permite lucirse como un brochazo lo haría en una acuarela. El verbo de Sada no contempla otra posibilidad. No es voluntad, es así.
Y para muestra vayan algunos ejemplos, porque no hay otra manera más precisa de mostrar lo que es la prosa “sadana”.
En la página 38 para indicar que a una persona, en concreto a una madre, no se le pueden decir ciertas cosas, en concreto los tratos sexuales a los que uno se dedica,  Daniel Sada escribe: “….por lo cual es menester situar todo eso en el cruce en lancha a remo y balanceo riesgoso”
Un poco extensa ésta en la página 91 donde describe la espera y paciencia del amante frenético: “Será, va siendo, como si recociera inútilmente la certeza del amor a efecto de apreciar, a partir de la añoranza, lo que valía el tiempo: ya el amor entendido como fabricación pesarosa, ya el pensamiento que se enreda en una continencia tremebunda, y Demetrio, mientras tanto, haciendo las veces de un aguantador: ¿ejemplar?, porque si no, ¿cuál reclamo… de peso?
Y para acabar el contenido de las últimas páginas, dos en concreto, llenas del ¿éxito?, al final de Demetrio, el amante frenético, página 371:
“Meter.
Sacar.
Meter.
Sacar.
Meter.
Sacar.
Meter.
Sacar.
Meter.
Sacar.
El sexo que embruja, que nutre, que dura. El sexo compromiso. El sexo: modo de rutina. El sexo: convención.”
Que la novela se llame “Casi nunca”… casi se puede decir que no hace falta ni explicarla. El que no la entienda es que los ha cumplido todos o que nunca ha tenido.
Daniel Sada, un festín literario.

lunes, 8 de agosto de 2016

Heli de Amat Escalante (2013)



Resultado de imagen de foto de heli de amat

Literalmente pegado al asiento me ha dejado esta película. Muchas veces, al final de un film, hago, conscientemente, el esfuerzo de visualizar los créditos porque pienso que también forman parte de la historia. Son como la cámara de descomprensión que te prepara para tomar contacto otra vez con la realidad que casi dos horas antes abandonaste. En esta proyección no ha hecho falta. He permanecido en mi asiento porque no podía moverme. Pasaban los nombres y no los veía. Tan cargado estaba emocionalmente.
Yo no sé si a este tipo de directores, que atrapan la cotidianidad de su país y la desmenuzan y la presentan tal cual, sus patriotas deben agradecérselo o reprochárselo. No hay posibilidad de escapatoria para un mexicano que ha visto esta película: Hay aspectos de su país que hacen palidecer al propio infierno.
No vale buscar la parte positiva, alegre, festiva y sumergirse en ella. En México hay un horror permanente, en México la vida tiene el mismo valor que nada. Hay una violencia cuya fuerza de inercia lo arrasa todo, lo transforma todo.
En la terrorífica escena de la tortura lo más horrible es poder ver en la cocina, al lado, a la señora de la casa que continua cocinando y asomándose de vez en cuando a ver como progresa la faena a la que se dedica su hombre. Mientras los jóvenes miran y los  amigos se colocan. El hombre de la casa, que trabaja como autónomo, en una subcontrata, para los militares.
Esta película no habla de vidas minúsculas, habla de vidas insignificantes. Se la ha tachado de efectista, de buscar la escabrosidad de los sucesos pero es que sólo hay que estar al tanto de las noticias que provienen de ese país para calificar esta película como próxima al documental.
Que es la intención del director. Con tomas próximas a rostros inexpresivos, tomas largas y lentas del desangelado paisaje que rodea a los personajes, diálogos secos, casi de aficionado, sin ritmo. Manda lo que se expone, lo que sucede.
Así los actores deben hacer el esfuerzo contrario al habitual, vaciarse, ser estereotipos. Me imagino al coach de la película preparándolos,
-Sois todos unos mierdas, nos sois nada, vuestra vida no vale nada, no tenéis futuro, ni presente ni pasado, os pueden violar, matar, torturar en cualquier momento y pueden hacerlo los criminales, la policía, los militares o cualquiera que hay tenido un mal día. ¿Lo entendéis? Eso sois.
Se vuelve para el director y le dice,
-Ya están preparados para el rodaje.
Cine de denuncia y desenmascaramiento que busca sensibilizar e intentar con ello frenar un poco el clima de violencia que vivimos. No sé si se consigue pero es importante que se siga intentando, aunque se corra el peligro de contribuir a criar callo.
Mientras, a ver si vamos ganando terreno en la lucha contra la desigualdad, verdadero horror de nuestro tiempo y desencadenante de todos los infiernos que hoy en día nos rodean.
Si deciden verla, sepan que no guarda ninguna diferencia con lo que leemos en los diarios sobre la violencia en México. Sólo que también están los entresijos. Esos que nos imaginamos pero nos negamos a creer. La peli nos los mete a pelo. Sin protección.
Por eso corremos el peligro de no caer en la duda que abruma al director y que pone en evidencia en el polvo que finalmente puede echar el maltratado Heli: ¿Somos depredadores por naturaleza y no tenemos solución?  Ahí lo dejo.

lunes, 1 de agosto de 2016

Fallen Angels de Bob Dylan



Fallen Angels

Si alguien entra en contacto por primera vez con la música de Bob Dylan a través de este disco es como si viese a Messi por primera vez y estuviese dándole patadas a la pelota con el fin de que no se le cayese al suelo.
 No tengo gran cosa que añadir sobre este disco que no dijese del anterior, “Shadows in the night”. No sé muy bien que pretende Dylan con estos dos discos, si hacer caja, descansar o irse despidiendo poco a poco. A menos que se le haya metido entre ceja y ceja desplazar a Frank Sinatra como el mejor “crooner” de todos los tiempos. Que todo podría ser. Los genios son como son, y lo de genio a Bob Dylan, nadie, en su sana afición por la música, se lo puede negar. No creo que lo consiga. Pero bueno, si es su capricho, y agotadas las maravillas a que nos acostumbró ahora se relaja grabando estos discos, adelante. Siempre ha hecho lo que le ha dado la gana. Con tal de que no vuelva a Dios, o Ala, o vaya usted a saber….mejor seguir la senda de Frank Sinatra.
Están las canciones cantadas con la solvencia propia de un hombre que lleva muchos años recitando con su voz quejumbrosa, cascada, quebrada por estos mundos de Dios. Pero nada más. Son aburridas, planas. Sin la brillantez que Dinah Washington, Sarah Vaughan o el mismo Frank Sinatra, por ejemplo, les transmitían. Vamos que no tenía que cobrar por escucharlas. Igual no las cantaba, entonces.
Estos dos discos se podrían clasificar como dos discos que están entre sus discos malos y sus discos menores.
Si tienes unos eurillos y no quieres piratear, que de todo hay en la senda del Señor, cómprate uno de estos tres mágicos discos, ya lo dije en la crítica del anterior y nunca me cansaré de repetirlo porque llevo años escuchándolos y nunca me canso:
“Highway 61 revisited”(1965)
 “Blonde on blonde” (1966)
”Blood on the tracks” (1975)
Fíjate si son buenos que escuchas a Francesco De Gregori versionar algunas de estas canciones y suena mejor que los dos últimos discos mencionados.
Igual es que tengo que olvidarme de lo que hizo y contemplar estos discos como si fuesen de otra persona.
Por ahora no puedo.

Has estado con catedráticos
y a todos ellos les gustaban tus ideas,
con grandes abogados has
discutido sobre leprosos y criminales,
te has empollado todos
los libros de F. Scott Fitzgerald,
eres un muy buen lector,
es cosa sabida.
Pero algo está ocurriendo aquí,
y sabes lo que es,
¿no es así, Mr. Dylan?
Pues eso.