jueves, 6 de octubre de 2016

A Hole in My Heart de Lukas Moodysson (2004)



A Hole in My Heart

Lukas Moodysson es un director que se mueve por los extremos, acapara premios en certámenes cinematográficos pero comercialmente no se come una rosca. ¿Y por qué? Pues sencillamente porque ha decidido narrar las cosas tal y cómo suceden. Que alguien puede decir, ¡Pero es que algunas escenas son muy desagradables! Pero ¿No acabo de decir que cuenta las cosas cómo suceden? O sea, si está rodando una escena de alguien que se levanta de la cama por la mañana después de una juerga alcohólica y sexual, lo pertinente es que esté en pelotas, que tenga un aspecto que da asco y que hasta se haya meado en la cama. Y no tiene que ser guapo, que esas cosas les pasan a todos, hasta a los feos. A los feos, más, por la sencilla razón de que son más. Así las cosas, en este film Moodysson cuenta la historia de tres seres humanos, dos hombres y una mujer, aquejados de “derrota crónica” que se juntan en el piso de uno de ellos que además es padre de un adolescente tímido y retraído, sin madre, a la que perdió en un accidente de tráfico, que no sabe cómo asomarse a la vida sin que ésta lo arrolle como si fuera una locomotora.
Una vez establecida la situación de partida Moodysson podía haber construido su historia en cualquier clase social,  en cualquier medio laboral, bajo infinitas circunstancias vitales…pues un adolescente desorientado da mucho juego…crea problemas en casi todas las posiciones…y no por culpa de él, pobrecillo, si no puede hacer otra cosa. Causar problemas para tocar los límites. No hay otra. Por aquí sí, por aquí no, escuela de aprendizaje.
Pues Moodysson va y, amante de la situaciones escabrosas, se imagina que estos seres humanos son actores de la industria pornográfica y claro…el lío está garantizado…y las imágenes es fácil imaginárselas. Sólo nos ahorra la visión directamente pornográfica y eso para evitar directamente la prohibición de la exhibición de la peli en locales bien-pensantes. Si además hay un abuso a un menor por medio y unas cuantas operaciones plásticas de ciertos órganos muy delicados pues para que más. Ven, aquí Moodysson hubiera tachado “órganos delicados” y hubiese puesto “coño”. No sé si me explico.
A mí la película me ha gustado, ver salir de la cama a un actor vestido después de echar un polvo es algo que casi siempre me expulsa de la historia sin retorno posible y si todo el mundo es guapo, atractivo e inteligente pues parece un comic. Así que su naturalidad me gusta. Las cosas son así, pues contémoslas así.
Hay un hueco o varios en todos los corazones. Son dolorosos. Te pueden dejar marcado para toda la vida. En la peli hay cuatro corazones y hay cuatro huecos. Oír a la actriz pedir ser follada para sentirse querida no me escandalizó mucho porque nunca podré olvidar a aquella mujer maltratada que salió por televisión confensando que cuando su marido le pegaba sólo acertaba a pedirle que le pegara en silencio para que los vecinos no lo oyeran. Una señora con un socavón en el corazón.
Los “playmovil” sustituyendo a seres humanos en las escenas surrealistas de la peli es una clara indicación de lo que somos algunas veces unos para otros. Muñecos. O menos. No haciendo agujeros pero dejando de llenar muchos huecos que se quedan vacios para siempre. Cine difícil, no anticipado a su época, si no fuera de ella. En “El último tango en París” se puede ver el prólogo.

Dirección, guión, actuación no tienen más remedio que dejarse arrastrar por la temática. No actuar bien en esta historia es no tener corazón. Hay escenas que dan asco pero es que la vida algunas veces………….

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