sábado, 27 de mayo de 2017

PELÍCULAS QUE NO IRÉ A VER 3 (Para mayores de 50 años)




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“Un italiano en Noruega” de Gennaro Nunziante

Lo siguiente, ¿Qué será?, ¿Un aborigen australiano en Laponia que viene a estudiar las focas y los iglúes? ¿O un mongol que es enviado en comisión de servicio al Sahara?
Cualquier cosa, porque el planeta está lleno de contrastes (suerte tenemos de que no haya extraterrestres), que confronte las diferentes maneras de ver la vida y sus consecuencias. Con finalidad humorística. Claro está, nada de contrastar con el fin de mezclar. Es paradójico que cuando la diferencia está causando tantos muertos, sea el punto humorístico sobre el tema el que triunfa. ¿O no?
Después de haber visto los sucesivos y caseros  apellidos dentro de nuestro país, con serie de televisión añadida (Arriba y abajo, ¡Qué originales!), a los carteros franceses que del norte bajan al sur y viceversa, después de ver a los italianos de Sicilia, o por ahí, subir a ver a los de la Liga Norte, ahora nos llega un italiano que se va a Noruega. ¿De verdad? Pues sí. Tal cual. Alguien ha pensado que sería buena idea volver a invertir en algo que yo creo que empieza a aburrir un poco.
Con lo interesante que sería contar la vida de un inglés de primera generación, descendiente de sirios, o libios. Igual nos reíamos menos.
No iré a ver esta película por la misma razón que a partir del capítulo 33 de cualquier serie, ya la dejo por aburrida. Ya estoy viendo las gracietas sobre el clima, sobre la frialdad de los noruegos, sobre la comida que no tiene pasta, ¡Mamma mía!, sobre las pizzas, sobre el pescado noruego, sobre el alcohol y sobre el café imbebible, sin olvidarnos de la atracción que este italiano sentirá por alguna diosa noruega desinhibida que él ni siquiera se imagina que podrá presentar a su mamma que todavía lleva el sempiterno pañuelo negro a la cabeza.
En fin, que no iré. De ninguna de las maneras. No insistáis.
¡Ah, igual hay algún gag sobre las saunas! ¿Qué las saunas son cosa finlandesa? ¡Qué más da, si se trata de reírse! El que le vea la gracia, claro. En fin, paso.

jueves, 25 de mayo de 2017

“Obras incompletas” de Gloria Fuertes


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Para mí durante muchos años Gloria Fuertes fue una señora mayor, de aspecto bonachón, de aire triste, que leía poesías para niños repletas de ripios e ideas extrañas y divertidas. Nunca se me paso que fuese otra cosa que una especie de payasa de las palabras.
Después descubrí que aunque su profesión era entretenedora de niños, cuando se vestía de civil era una mujer inteligente que decía verdades como puños y que estaba muy cabreada con ciertas cosas que estaban pasando en este país.
Y por último entendí que Gloria Fuertes era escritora, que escribía poemas para niños, pero que donde yo leía niños niños, ella veía niños todos. Porque si no se dice más que la verdad, aunque duela, uno no deja de ser niño nunca.
Así que cuando hace un tiempo cayó en mis manos, en una librería de ocasión este libro, no lo dude. Me dije: vamos a ver si de verdad………
Y tanto que de verdad. Y de la buena.
Nos dice en qué consiste hacer versos,

Hago versos señores, hago versos,
pero no me gusta que llamen poetisa,
me gusta el vino como a los albañiles
y tengo una asistenta que habla sola.
Este mundo resulta divertido,
pasan cosas señores que no expongo,
 se dan casos, aunque nunca se dan casas
a los pobres que no pueden dar traspaso.
Sigue habiendo solteras con su perro,
sigue habiendo casados con querida,
a los déspotas duros nadie les dice nada,
y leemos que hay muertos y pasamos la hoja,
y nos pisan el cuello y nadie se levanta
y nos odia la gente y decimos: ¡la vida!
Esto pasa señores y yo debo decirlo.

Y explica como son esos versos,

Más siento yo que vosotros
que mis versos hayan salido a su puta madre.

Ese poeta,

…que al sentir
descubre todo lo que no le han enseñado.

O como es de adicta a este oficio,

Me pagan y escribo,
me pegan y escribo,
me dejan de mirar y escribo,
veo a la persona que más quiero con otra y escribo,
sola en la sala, llevo siglos, y escribo,
hago reír y escribo……

que le sirve para expresar tanto con tan poco,


..y por Castilla veo un árbol
y parece que veo alguien de mi familia.

O para ser contundente cuando llega la hartura,

Hay personas
que después de intentar lavarlas,
más que tenderlas
-en la cama-,
hay que colgarlas
de un árbol.

O para descubrir a los de la mala baba,

..pero ¿cómo destruir aquello
que no podemos crear?
que es lo que hacen los inseguros
los fracasados
los vengativos
los malhumorados.

O para acabar aceptando lo evidente,

Los que tenemos medio siglo,
juntando los segundos de placer
no hemos gozado más de un mes.

Que desmenuza el amor para llegar a una triste conclusión,

Lo que el amor tiene de amor: 3,
lo que el amor tiene de erótico: 47,
lo que el amor tiene de agresivo: 50,
hace que el amor sea violencia.

Sin faltar el amor y la sana burla que nace de la humildad,

El albañil llegó de su jornada
con su jornal enclenque y con sus puntos.
Bajaron a la tienda a por harina,
hicieron unas gachas con tocino,
pusiéronlo a enfriar en la ventana,
la cazuela se cayó al patio.
El obrero tosió:
- Como Gloria se entere,
esta noche cenamos Poesía.




O la resignación ante el dolor de vivir,

Cuánto he sufrido hoy lunes.
Son las doce y un segundo de la noche
no es ni siquiera martes.
Esto es parecido a reventar,
no es ni siquiera un parto.

Gloria Fuertes elaboró una obra poética incorruptible desde todos los puntos de vista. No cayó en la tentación de obviar lo doloroso, ni de plegarse a lo “elevado”, ni de dejar de escarbar en las conveniencias para encontrar debajo lo de siempre.  No dejó nunca de ser lo que creía que tenía que ser, un poeta con los pies puestos en el suelo y el oído en el pueblo, aún a riesgo de que le pasará como le pasó, que perdidos los que le leíamos en su poesía popular de rima fácil y ripiosa, no supimos ver la lección de vida y de reflexión que nos endilgaba. Gracias, Gloria, aunque sea con retraso.


“El caso Sloane” de John Madden (2017)



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El cabildeo, que un grupo de personas se junten para conseguir algo, influyendo en quien manda o mandando directamente, es algo que desde que salimos de las cavernas, y seguramente también estando dentro, hemos practicado cada vez que nuestros intereses se han visto amenazados. Esta actividad, como muchas otras, en Estados Unidos ha adquirido una importancia máxima la ser una sociedad donde el mínimo Estado se ha arrinconado ante el empuje de la iniciativa privada. A nadie se le escapa que la iniciativa privada se sustenta en el interés privado. De ahí a buscar cualquier manera de influir para enriquecerse no hay ni un paso. Y de ahí a las agencias especiales que se dedican a trabajar para los “lobbys” una simple lógica comercial. Sale más barato y suelen estar muy al día.
Bien, pues nuestra protagonista (maravillosa en su interpretación, Jessica Chastain, esa mezcla de fragilidad y perversidad) es una despiadada ejecutiva que no para en mientes para conseguir sus objetivos y que vive sumida de tal manera en su profesión que acepta trabajar con una de estas agencias, al parecer con un código ético más exigente que sus semejantes, primer fallo de la película (esas agencias no existen) para conseguir que se apruebe una ley contra la venta libre de armas, más como un reto que como una exigencia de la conciencia.
El segundo fallo de la película es ese afán del cine americano por ensalzar y construir personajes heroicos que se sacrifican en pos de un mundo más justo y que lo arriesgan todo para desenmascarar a los corruptos y a las ratas del sistema americano.
Y son fallos porque si pretendemos hacer un retrato de la mierda que circula por el sistema capitalista americano lo que no podemos hacer es jugar a montar un cuento de navidad que seguramente deja buen sabor de boca pero no refleja la realidad.
Dicho esto, la película me parece esplendida. Un guión fantástico con unos diálogos chispeantes, ocurrentes, con un planteamiento que nunca descansa, un director que lleva la narración sin vacilaciones y como siempre con un grupo de actores, protagonistas y secundarios, maravillosos. El cine americano es tan bueno que da miedo por eso de llegar un momento en que no sepas lo que e s real y lo que no. La posverdad, ese concepto del que tanto se habla ahora, el debe mucho al cine y más al cine americano.
Lástima, como he dicho antes, de esa inclinación a crear personajes abnegados y heroicos donde lo que había que reflejar son desalmados o en todo caso perdedores maravillosos (beautiful losers) pero nunca “davides” que vencen a los del rifle o a los sionistas, porque como se dice en la película eso no es posible. Y se dice varias veces, que ahora que lo pienso igual es como si el director dijera: “Yo os cuento esto pero no os creáis nada”. Un poco en la línea del dribling que nos hace en el último fotograma, el último, del film.
Lo dicho, una película esplendida que el corazón ingenuo de los americanos no ha dejado que sea una obra maestra del cine.
Para los guionistas, lo del prostituto, no os lo habéis trabajado bastante. Daba para más.

viernes, 19 de mayo de 2017

“Luna, lunera” de Rosa Regàs



 Resultado de imagen de fotos “Luna, lunera” de Rosa Regàs
Me pasa que hay autores en los que no sé que admiro o valoro más si su trayectoria personal, su “élan vital”, o su obra creativa. El paradigma de ese sentimiento mío es Robert Walser, cuyos textos, que he devorado siempre con una inquietud y una insatisfacción propias de quien está ante algo misterioso, nunca he conseguido desentrañar pero que sin embargo su figura de escritor libérrimo e incansable a pesar de los pesares siempre me ha fascinado y admirado.
Hasta que la conocí personalmente yo tenía a Rosa Regàs clasificada en el grupo de Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa y demás escritoras, de parecida trayectoria existencial, con grandes dotes para la escritura y sobre todo con una individualidad y una marcada distancia de todo lo que se ha llamado liberación de la mujer, porque ellas nunca concibieron otra forma de estar en la vida. Había leído alguna novela suya sin llegar a ir más allá de lo que es una valoración técnica de su escritura porque no conseguía vibrar con el fondo de las historias que contaba.
Al conocerla personalmente, hace unos meses, me impresiono su vitalidad y su lucidez. Me sentía al lado de ella como Harrinson Ford al lado del replicante de Blade Runner, sin las intenciones del actor, claro está, aunque ella sí con el amor a la vida del avanzado autómata. Después hemos vuelto a coincidir varias veces, por motivos más políticos que literarios, dicha sea la pena, y en una de ellas en que firmaba libros, me firmó dos, uno de ellos “Luna, lunera”, del que yo sabía que trataba de la experiencia familiar durante los años de la triste e injusta pos-guerra civil nuestra, centrado en la vida de su abuelo y de ella y sus tres hermanos, y poco más.
Me ha maravillado el libro, tan bien escrito, tan acertadamente estructurado, tan fácil de ver los sucesos que describe, con la figura terrible de un abuelo autoritario, fanático y aquejado de oscurísimas y pecadoras apetencias, y ese grupito enternecedor de los cuatro hermanos intentando desentrañar el universo del que vienen y el mundo en el que están, interrogando a todo bicho viviente que se les ponía por delante. Como deben huir al llegar a la mayoría de edad, de una vida con la que no se identifican y después, al cabo de unos años se reencuentran con motivo de la muerte del odiado abuelo, que los había separado tanto de su padre como de su madre.
Toda una metáfora de lo que ha sido España desde que se acabó la Guerra Civil. El abuelo, el poder franquista; los cuatro hermanos, el pueblo español obligado a vivir bajo una férula no deseada, que no tenía más camino que el exilio o la auto-anulación personal en muchos aspectos, no sólo el ideológico o el personal. No se olvida Rosa Regàs de dejar claro cuál era el sentir en aquellos tiempo de la tan ahora alabada en su catalanismo nacionalista Abadía de Monserrat, en estos tiempos iluminada casi como una Covadonga frente al invasor español. Tampoco se olvida de señalar como determinado franquismo catalán recogía velas y se pasaba al integrismo nacionalista. No es querida Rosa Regàs por el fanatismo nacionalista, ella que lleva en sus venas la Catalunya del siglo XX, e incluso se la señala en listas ominosas y vergonzantes como “mala catalana”. No me extraña. Cuando se quieren levantar mitos, leyendas y heroicidades pasadas las verdades indignas, las traiciones humillantes que se cometieron son un estorbo y el que las recuerda un diablo cojuelo incomodo. Y además, escribe en castellano, ¡Horror de los horrores!
Es como se puede ver otro libro que anda a vueltas con la Guerra Civil, ¡Otro más! ¡Y los que habrá mientras las heridas no se puedan cerrar! Por estas fechas en el Congreso se anda peleando si sacar a Franco de El Valle de los Caídos o no. ¡Cuarenta y dos años después de la muerte del dictador! Por no hablar de los compatriotas enterrados en las cunetas.
Ha caído estos días bajo mis ojos, junto a este de Rosa Regàs, otro de Gregorio Morán, El cura y los mandarines, dos libros que todo españolito debería leer en su periodo de aprendizaje, tanto da si en la asignatura de Literatura o en la de Historia de España. Pero leerlo. Por pura higiene mental.