sábado, 25 de noviembre de 2017

“El Marroc sensual i fanàtic” de Aurora Bertrana



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En la fecha que este libro fue escrito, 1936, viajar estaba circunscrito a los seres humanos que lo hacían por obligaciones de diferente índole, profesional, familiar, política, y una minoría a la que la curiosidad les podía más que cualquier dificultad que pudiesen arrostrar. Aurora Bertrana es de estas últimas personas y además mujer, dificultad añadida. Seguramente ser hija del escritor Prudenci Bertrana le limo ciertas dificultades. Y ser periodista.
Aurora Bertrana viajo a diferentes partes del mundo, lejanas y exóticas, con la intención de saber más del ser humano, de contarlo y de completarse como persona sólo por el hecho de ver otras culturas, otras perspectivas de vida y otras esperanzas.
Hoy viaja todo el mundo, unos por placer, el primer mundo, otros por necesidades de sobrevivir, el tercer mundo, pero sigue siendo minoría la gente que busca en el viaje no un destino si no el mismo viaje. Una minoría más amplia que la de hace ochenta años pero minoría. Los viajes absurdos que te trasladan a un lugar inhóspito para enseñarte lo “típico” suele ser lo más común. Viajar, no sé para qué.
En este libro Aurora Bertrana se planta en Marruecos e intenta desvelar los modos y vidas de una sociedad musulmana, que si hoy sigue siendo, misteriosa, entonces también tenía mucho de la fantasía de “Las mil y una noche”. Ahora esa forma de vida, esa cultura, que ya no recuerda al libro mágico de Sherezade se desarrolla en muchas casas de nuestras ciudades, tras las puertas de muchos domicilios, y nadie parece sentir si no una sorprendente indiferencia. En nuestro mundo actual la esencia del viaje está delante de nuestras narices. Algunas cosas no parecen haber cambiado mucho a pesar del paso del tiempo y de la evolución de los movimientos migratorios. Aquí y en cualquier lugar del mundo. Quien viaja, aprende y reflexiona,

“Pero entre los que ganan y los que pierden, en el peligroso juego de la sociedad,
hay un sector mediano, de pobres, buenos y conformados ciudadanos, que pierda
quien pierda y gane quien gane, permanecen siempre en el mismo lugar, es decir
en la zona sombría y callada de sus sueños…”

La comparación, inevitable, surge y frente al sometimiento que sufren las mujeres árabes, principal objetivo de su aventura en Marruecos, y las sospechas y el control que surgen en las sociedades autoritarias e injustas, surge el sometimiento que se padecía en España, que ella ilustra contando sus esfuerzos por satisfacer a su confesor que le pedía una y otra vez pecados y ella, que buscaba y buscaba en su acontecer diario sin encontrarlos,

“Y entonces, tanto el confesor como yo nos separábamos tristemente, el con deseo de más pecados y yo avergonzada por no poder ofrecérselos…”

O cuando habla de la corrupción,

                “ni los salvajes de la zona marroquí insumisa son más saltadores de caminos que
muchos políticos y financieros europeos, ni las rutas del Atlas más escabrosas que
los despachos de los editores, ni las serpientes tan venenosas como ciertos compañeros de profesión”


Nunca olvida Aurora Bertrana su humanidad y en un lance en el que está poniendo en peligro la supervivencia de un hombre debido a sus ganas de inquirir y saber, se pregunta,

                - ¿Perjudicaras a un hombre por escribir un libro?
                -No lo creo- respondió humildemente mi segundo yo.
                -¿Serás más literata que humana?
                -¡Dios me guarde!

Tampoco falta el humor y la ironía en este paseo por aquel Marruecos que sobrevivía entre sus costumbres y el acoso imperialista de españoles y franceses. Harto divertido es el relato de cómo en los medios de transporte público, los roces y las refriegas, en busca del otro sexo, era práctica cotidiana. Después de describir una situación de hacinamiento intersexual en un autobús repleto de viajeros y de cómo los roces se multiplican y se buscan,

“Y aquellas temerosas musulmanas que no fallaban nunca, comienzan a debilitarse gracias (¡Oh, dolor! ¡Oh, pena!) a los medios de comunicación modernos.
¡Alerta, musulmanes! Las viejas tradiciones del Marruecos guerrero, cauteloso y fanático peligran.
Toda vuestra juventud nacionalista, con sus anhelos modernizadores, con sus gorras de pelo, sus mangas estrechas, bebiendo cerveza y gritando: ¡Cultura, cultura!, me dan menos miedo que la carne femenina rozándose con la carne cristiana en el brasero voluptuoso de una plataforma!
¡El islam morirá en los autobuses!

En fin, un libro que hay que situar en su momento para poder aquilatarlo en todo su valor, pero que sin embargo encierra enseñanzas, todavía hoy necesarias, y un modo de entender el mundo y a la humanidad que no sólo no debería ser olvidado si no que cada vez debería ser más puesto en práctica. Curiosidad y compasión como herramientas para llegar al conocimiento.

martes, 21 de noviembre de 2017

“Un minuto de gloria” de Kristina Grozeva (2017)



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Lo más sobresaliente de esta película, para el espectador medio, es enterarse de que en Bulgaria también hacen cine y de que el ser humano allí posee las mismas virtudes y defectos que aquí.
Me gustaría saber a mí la atención que esta película habría recibido de ser de producción española. Pero como es búlgara. Quien dice búlgara, dice turca, afgana, iraní o esquimal… que sea exótico. Rodaje lento, cámara vacilante, así en plan aficionado y planos eternos. Poco dialogo, no vayamos a decir tonterías. En boca cerrada no entran moscas.
Hay películas excelentes, españolas, que ni salen a las salas de cine, y sin embargo nos desvivimos por mediocridades llegadas de lejanas tierras. Lo que se llama ser provinciano. Todo lo de la ciudad es bueno, todo lo ajeno es mejor. Y si llega de países maltratados, el acabose. Confundimos solidaridad con exigencia artística.
Fui a verla acuciado por la lista de premios que había recibido y por las dos frases escuetas y simples del cartel: “impresionantes interpretaciones” y “Una lección de cámara y montaje”.
Creo, modestamente, que el crítico que afirma “impresionantes interpretaciones” confunde interpretar con representar. Pues es difícil que un hombre barbudo, con gorra, más estático que un espantapájaros y tartamudo, sin apenas frases, pueda interpretar nada, transmitir nada. Eso sí, representar mucho. De hecho es lo que es en la película: La representación del humilde obrero, burlado, estafado y explotado en la sociedad poscomunista búlgara. Más teatro que cine. En cuanto a los demás actores, me han dejado bastante frío y eso que le he puesto ganas.
Lo de la lección de cámara y montaje, pues bueno. Empiezan a estar muy visto esos montajes que buscan la semejanza con el aficionado, buscando la espontaneidad y la frescura, quizás debido al abaratamiento de costes o quizás cumpliendo las sagradas reglas de lo directo. A mí me parece que son estrategias muy respetables pero que al artista lo merman. Es como si corrieses los cien metros y tuviese que hacerlo de espaldas.  Así no hay manera de bajar de los diez segundos.
No hay en el film originalidad, nada de creatividad, situaciones mil veces vistas y un final millones veces sugerido. Ninguna razón para que ande por nuestras salas mientras algunas nuestras no pueden ver el Sol. Repito, provincianismo. Lo de los premios, ellos sabrán.
Lo del juego de palabras del título, que los sospecho, queda perdido en la traducción. Vaya por Dios.

martes, 14 de noviembre de 2017

“Cuentos completos” de Amy Hempel



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Dice el prologuista de este libro y lo remarca que hay que atender a las frases que en sus cuentos se inventa Amy Hempel. Y después de leer el libro, digo que decir eso es como decir que en el océano hay mucha agua. Las frases de Amy Hempel te saltan a la mente como esos estallidos brillantes, deslumbrantes de los fuegos artificiales. A veces tienes la sensación, leyéndola, de que escribe los cuentos como marcos para colocar esas ocurrencias de mil sabores y colores.
Por ejemplo,

¿Sabías que los esquimales necesitan congeladores porque, si no, de qué otra manera iban a evitar que se les congelara la comida?

Estas perlas están desperdigadas en todos sus relatos con mayor o menor densidad. Las saboreas de una manera que en algún cuento hay tantas que pierdes de vista el argumento.
Por ejemplo, en el cuento “Simplemente iba”, el argumento es que un joven iba conduciendo por el desierto y tiene un accidente,

“De modo que voy a perder unos días de clase. Por mí, vale. Creo que el noventa y nueve por ciento de lo que hace cualquier persona puede aplazarse”

“Nos preguntó si alguno de nosotros, sus alumnos, habíamos tenido un <estado de consciencia>  similar.
¿Lo dice en serio?, pensé yo.
Una vez cobré un cheque y fui consciente de que era muy poco dinero.
Una vez me intoxiqué con la comida y fui consciente de que estaba atrapado dentro de mi cuerpo.”

“Mientras tanto, me pregunto cómo es posible que no pueda recordar siquiera todo lo que se me ha olvidado”

“La razón es que esta enfermera hace que cualquier otra mujer parezca un transexual. Por desgracia, está enamorada del Señor”.

“Cuando no logro dormir, trae la guía de teléfonos, se sienta junto a mi cama y nos ponemos a buscar nombres raros. En esta comunidad viven Macedonio Defrutas y Rosario de la Aurora”

“La enfermera de noche huele a velas de Navidad. Después de salir de la habitación, parece durante un rato que sigue aquí. Ella no está, pero sí el concepto de ella”.

“Cuando atravieso el desierto, me gusta conducir con los prismáticos…las cosas están lejos y cerca de ti y tú sigues en el mismo sitio”.

Y todo esto, y algo más, en escasas cuatro páginas.
Evidentemente del accidente no se acuerda nadie.
 “En el cementerio dónde está enterrado Al Jolson” narra las visitas que la narradora le hace a una amiga desahuciada,

“Vimos una película protagonizada por unos hombres con los que antes creíamos que nos hubiera gustado acostarnos. El de ella era un poli duro que intentaba detener al mío, un violador despiadado que perseguía a camareras especializadas en recepciones.
-Es una buena película- dijo en la escena en que unos francotiradores abatían a los dos.
Yo ya la echaba de menos”.


“La misma mañana en que la llevaron al cementerio, aquel cementerio donde estaba enterrado Al Jolson, me matriculé en un cursillo para vencer el miedo a volar en avión.
-¿A qué le tiene más miedo?- me preguntó el instructor, y le respondí,
-A que termine este curso y siga teniendo miedo.”

En “El hombre de Bogotá”, un cuento de una página, cuenta como se enfrenta uno a una posible suicida subida a una cornisa contándole como el secuestro de un hombre mejoró su salud, pues estaba enfermo y había que mantenerlo con vida, con lo que los secuestradores se dedicaron a cuidarlo  y al final sanó. Con lo que la moraleja final,

                               “..cómo sabemos que lo que nos ocurre no es bueno”

No sé muy bien qué ideas le daría a la suicida.

En el cuento “La cosecha” da otra vuelta de tuerca a la técnica del cuento y dentro de él explica que el cuento tenía otro título y que las cosas pasaron de otra manera.


Deslumbrado por sus cuentos. Voy a poner alguna más de sus frases. Poco más hay que decir.             

“Cree que las señales de limitación de velocidad indican que no puedes ir por debajo del límite que señalan”

“No estoy preparada para esto, pero esto es lo que me ha tocado: un muchacho que no tiene madre”, la narradora hablando de su compañero.

                      “No soy enfermera. Apenas puede decirse que sea mecanógrafa”

“Estoy ganando peso porque he dejado de toser. Toser era mi manera de hacer ejercicio”      

“La vida es dura, y después nos morimos”

Uno que se ha dejado las gafas en una fiesta, “…condujo a toda velocidad para llegar a casa antes de sufrir un accidente”

“La camiseta más vendida del verano es la que lleva impresa la siguiente leyenda: TANTOS TURISTAS Y TAN POCAS BALAS. Los turistas son los que siempre la agotan”

“Otra mujer, al ver que su perra era montada por dos perros, uno detrás de otro, comentó que la vida social de su mascota era mejor que la suya”

“Se lo vi hacer una vez, que fue todas las veces que lo hizo”

“Eve Grant era la futura ex esposa de Wesley Grant”

“…siempre dice que se casó con la mujer más guapa que había visto en su vida y que aprendió que la belleza es algo irrelevante”

Y además de eso, los cuentos de Amy Hempel son profundamente femeninos, todos ellos están cargados de su punto de vista, de mujer, sobre la vida y sus vicisitudes, desde niña hasta la tumba, sus obsesiones, sus debilidades, sus pasiones, sus rebeldías.
Deslumbrante Amy Hempel, desde que descubrí a John Cheever nada igual.

jueves, 9 de noviembre de 2017

“Un final made in Hollywood” de Woody Allen (2002)



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Dices, voy a ver una película de Woody Allen y sucede que unas veces sí es “una de Woody Allen” y otras veces, no. A ver, de Woody Allen son todas las películas que él dirige pero no todas llevan la marca que le ha hecho  indispensable en la historia del cine. Ahora me entenderán. La que hizo sobre Barcelona o sobre el lado del que cae la pelota, pues son suyas pero no. Sin embargo “Balas sobre Broadway” es suya pero sí, del todo.
Pues bueno, esta es una de las que sí pero sí. Una gozada.
Aventuro un disparador creativo para esta película de Allen. Un día se le ocurre la idea de que un director de cine se queda ciego y en esas circunstancias rueda una película. Y ya no pudo parar. Era una idea fantástica y muy en la línea de su disparatado humor. Y la hizo. Para gozo y disfrute del mundo entero.
A las películas de Woody Allen en las que él es protagonista les pasa lo mismo que le pasaba a las películas de Charlie Chaplin. Sabias de qué iba pero ibas a verlas porque te mondabas. Con Woody Allen no sólo te mondas sino que además degustas esa demoledora ironía que empieza por ponerse en solfa a él y termina haciéndolo con el mundo entero.
La escena del restaurante en el que se encuentra con su exmujer después de unos cuantos años, en la que intenta mantener el tipo y hacerse el duro, es antológica. Son unos minutos de interpretación y dialogo brillante, con ese personaje malévolo, humano y a la vez tierno que él siempre ha bordado.
Los dobles sentidos, los malentendidos, las peticiones descabalgadas de toda lógica nos traen al genuino Woody Allen de “Balas sobre Broadway” o “Asesinato en Manhattan”. Hay escenas de humor visual, de humor textual, de humor de circunstancias… cualquier escena es apropiada para poner un poco de salsa “woodyalleniana”
La excusa de la ceguera le viene que ni pintiparada para acusar de ciegos y necios a muchos de las personas que se mueven alrededor del mundo del cine y por ende del mundo del arte. No sé muy bien como se tomaron en su día los franceses la moraleja que parece desprenderse del film a pesar de su “savoir faire”.
Nadie como Woody Allen ha dado estopa a diestro y siniestro a todos y cada uno de los oficios que rodean a la industria del cine y mírenlo ahí sigue, que cada vez que se rumorea que va hacer a una película hasta los de la iluminación se ofrecen gratis. No digamos los traductores. Porque a Woody le puede pasar de todo.

domingo, 5 de noviembre de 2017

“Mac y su contratiempo” de Enrique Vila-Matas



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Posiblemente de todos los escritores españoles exitosos, que se ven en los escaparates y en las listas de ventas, sea Enrique Vila-Matas del que se pueda decir con más probabilidades de acertar que pasará a la Historia de la Literatura Española. Esto es un tanto arriesgado, lo sé, pero a favor de mi predicción está el que es un autor con un estilo, una originalidad y una temática muy personal.
Enrique Vila-Matas no es un escritor para el lector medio, es un escritor para escritores o para lectores muy avezados que hace tiempo superaron la necesidad de leer algo que tuviera eso que se llamaba “lo ineludible de una historia”: Presentación, desarrollo y resolución. Se puede decir que eso a este autor le importa un comino.
Le importa tan poco, que a veces tengo la sensación de que anda buscando escribir un libro que sólo sea para leerlo él o para que nadie lo lea, que todo puede ser. Es decir, escribe como respira y eso es algo que a un artista, crear para vivir, le insufla recorrido, sin venir a cuento cualquier preocupación terrenal que sólo viene a enturbiar el proceso creativo y a adulterar el talento.
En “Mac y su contratiempo”, Vila-Matas está donde casi siempre en sus historias: La realidad es un concepto en el que hay tanta fantasía que no se sabe muy bien para que se ha inventado la palabra “irrealidad”.
La repetición, la identidad, la inutilidad de querer buscarle al tiempo las vueltas, la soledad son temas aquí presentes desde la perspectiva tan original de este autor. Una perspectiva en la que cabe todo, desde la copia de textos ajenos, la mención a autores reales, hasta convertir la narración en una historia de una historia de una historia. No sabiendo al final si todo el desfile de personajes es un solo personaje que se transforma constantemente, porque si deja de hacerlo, perece, de la misma manera que si los tiburones dejan de nadar mueren, o una multitud de personajes investidos cada uno de una característica de las que posee el narrador con el fin de tener al final un mosaico poco preciso pero indicador del desconocimiento que tenemos de nosotros mismos.
El final es consecuente: El personaje se desvanece aunque siga paseando un día y otro por el mismo barrio y entrando cada día en los mismos establecimientos: Cafeterías, tabernas, quiosco, su casa…
Mac sólo existe porque los demás lo ven.
Leyendo el libro me acordé de los talleres de literatura, en los que los profesores se afanan en inventarse disparadores imaginativos a partir de los cuales crear historias.  Vila-Matas es un semillero de disparadores. La afluencia de su imaginación es imparable y muchas veces no cuenta las historias, cuenta la historia de la historia. No hay tiempo para más, pues está acabando una y ya hay otra en puertas. El lector se apañará.
Mac trabajaba en una profesión, pero dice estar jubilado de otra. Tiene una familia pero se hace difícil aceptar que sea cierto dado su trajín existencial. Frustrado decide reescribir un libro de un escritor vecino, que es muy posible que sea el mismo. Un libro de cuentos que cada uno de ellos está escrito a la manera de un autor famoso. Este autor tiene un sobrino que nunca ha escrito nada pero que piensa que es mejor escritor que su tío. Este sobrino también puede ser Mac.
Mac esta fuera de revoluciones.
Algo que suele suceder si buscas dentro de ti y acudes a todas las llamadas y no te ciñes sólo a lo sensorial. La imaginación nunca es domada.
Y entre descanso y descanso de lo que se podía decir groseramente “pajas mentales”, la lucidez del que no para de observar al ser humano y de la mano de escritores amigos va pergeñando la existencia:
“Seguramente avanzamos por descarte”
Casi nunca elegimos lo que deseamos, entre dos opciones elegimos la que menos nos desagrada no la que más nos gusta.
Escribir como vivir, como respirar. Vila-Matas es Mac. Un escritor de raza o un escritor a pesar de sí mismo. Lo plasma en un dialogo muy sucinto,


El escritor pregunta a una persona que va sola,
-¿Vas sola?
La persona se queda pasmada y pregunta,
-¿Estás tonto o qué?

Es escritor, siempre va acompañado, aunque vaya solo. 
Por eso pregunta, por eso aconseja,
“Cuando escribes no debes nunca decirte a ti mismo que sabes lo que estás haciendo”.
Vila-Matas, primero escribe para él, condición “sine qua non”; después para otros iniciados, léase escritores o no, y por último para todos los que se quieren perder en el caos fantástico que la realidad nos ofrece.
Lo dicho, Historia de la Literatura.