jueves, 22 de febrero de 2018

“El hilo invisible” de Paul T. Anderson



Resultado de imagen de fotos “El hilo invisible” de Paul T. Anderson

Se hace complicado reseñar una proyección de una factura tan impecable como ésta y que sin embargo no acaba de cuajar en una gran película.
En este triángulo emocional, de dominios y afianzamientos, tan bien dirigido, tan fantásticamente interpretado, hay seis o siete grandes actores en el cine actual, Javier Bardem es uno de ellos, y otro es Daniel Day-Lewis, y después están los demás, tan fantásticamente fotografiado, con planos maravillosamente intencionados, ambientado escrupulosamente, hay una cosa que no acaba de cuajar, que no acaba de salir a la superficie. Y es la intención de la historia. Porque falla el guión.
La idea parece estar clara. Hay un encuentro de tres personalidades potentes, hay conflictos por solucionar, hay incluso una reflexión muy interesante sobre la necesidad de la debilidad para amar y también se apunta como la indefensión, el debilitamiento, la entrega a otro ser puede ser el camino hacia la serenidad, la tranquilidad. La fragilidad como unidad de medida de nuestro estar en el mundo. Pero el espectador debe poner mucho de sí para poder verlo. Porque en el guión no se ve.
Creo que al director se le ha ido la mano a la hora de pintar esas cuestiones. Valga como ejemplo ese encuentro tan artificial, tan inverosímil que se produce en la primera vez que el modisto y su futura musa y modelo se ven. Es un encuentro difícil de creer. Y desde luego es una escena que no pega ni con cola en las otras escenas sobrias, típicas del cine inglés de siempre, del film.
Irregular, fracasada y sin embargo fascinante película.
Paul T. Anderson, encantador de serpientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario